"...Asia al un lado, al otro Europa
y allá a su frente, Estambul..."
Huele a especias y huele a mar. Es moderno y antiguo, y en sus calles los adoquines están llenos de historias. Cuando Agatha Christie llegó a Estambul a bordo del Orient Express se alojó en la habitación 411 del Hotel Pera Palace, y allí, entre sus muros, escribió el primer borrador de Asesinato en el Orient Express, libro que se ha colado entre mis lecturas pendientes.
En Estambul hay iglesias y mezquitas, y puedes visitar el Gran Bazar y comprar en centros comerciales.
Cuando no brilla el sol, lo hacen las velas o miles de bombillas encendidas.
Esta ciudad se recorre en autobús, con funicular, en barco, metro o tranvía.
Esta ciudad se recorre en autobús, con funicular, en barco, metro o tranvía.
Allí se bebe exótico té de manzana o zumo de granadas, y fumar en pipa llenado los pulmones con aromas de menta y limón; se venden castañas, maíz y caramelos por las calles y sus sabores son como el lugar donde se prueban, sorprendentes.
Los gatos son habitantes de sus calles, y a veces se sientan contigo y te miran con curiosidad, como si supieran que eres extranjero.
Los gatos son habitantes de sus calles, y a veces se sientan contigo y te miran con curiosidad, como si supieran que eres extranjero.
En Estambul las paredes son de colores, adornadas con miles de azulejos, y sus gentes sonríen amablemente y te brindan su hospitalidad.
Esta ciudad esconde un palacio subterráneo, una antigua cisterna de la época romana bajo su suelo, lleno de columnas y custodiado por la misma Medusa.
El atardecer es precioso desde cualquier esquina. El cielo se torna rojo y los últimos rayos de sol se reflejan sobre las cúpulas de sus templos. Es entonces cuando descubres que es una ciudad mágica.
Estambul me ha sorprendido y me ha enamorado. ¿Lo conocéis?
¡Feliz lunes fin de semana!
*fotos de alicia