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amuletos... y un botón.

De ninguna manera soy la única que apela a la suerte. 
Aunque no he sido extremadamente supersticiosa, sí tenía mis costumbres para que todo saliera bien en los exámenes de la Universidad. Llevaba "su" foto, el boli con el que había resumido toda la materia, como si los conceptos y cada artículo del Código Civil se diluyeran junto con la tinta añil, y la castaña pilonga que encontró mi madre en un parque del centro de la ciudad y convertí en amuleto durante años. Al llegar me sentaba y colocaba frente a mi, en horizontal, el boli y un lápiz mal afilado del que apenas quedaba goma en su extremo. Creo que nunca tuve que utilizarlo. A la izquierda colocaba un botecito de vaselina junto a un botellín de agua fresca, y en el lado contrario colocaba mi reloj para poder ver la hora casi sin alzar la vista, algo que sólo hice hace apenas unos meses, durante el último examen de la carrera.

Si no hubiera hecho todo el ritual en alguna de las pruebas hubiera terminado la Licenciatura igual, incluso antes, por estar más pendiente de repasar que de manías que ahora veo absurdas.
imagen vía

Habiendo terminado ya los estudios, pensaba que las supersticiones se habían ido con las noches sin dormir haciendo esquemas y con la carpeta repleta de folios con apuntes indescifrables, pero no ha sido así.

Ahora llevo en mi cartera un botón y un cuarto de billete de cinco euros.

El billete lo encontramos en un taxi un viernes de madrugada queriendo volver a casa, a ser posible haciendo uso del teletransporte, y hablando más alto de lo que hubiéramos deseado:
- Mira lo que hay en el asiento. Sube y me lo pasas.- Dijo ella creyendo que el conductor no la oiría, pero seguro que lo hizo al igual que las risas posteriores al descubrir que en nuestras manos teníamos sólo la mitad de un billete. 
Tenía que ser una señal, así que como el mismísimo Rey Salomón hubiera hecho, nos repartimos el botín, obteniendo un cuarto de billete cada una. ¿Que si da suerte? Estoy segura.

El botón fue un regalo, y como los San Pancracios que sólo dan suerte si te los da otra persona, este pequeño trozo de plástico agujereado contiene cantidades ingentes de fortuna. Estoy segura.

- Mira, te regalo este botón- Me dijo sentándose a mi lado en el metro mientras miraba extraña sus dedos sujetando tamaño tesoro. 
- ¿Es para mi?
- Claro, este botón da suerte
- ¿Y tú no necesitas suerte?
- Yo encontraré otro...
- ¿Pero seguro que da suerte?
- Estoy seguro.

Y me lo quedé.

No soy supersticiosa, pero recojo las cartas de la baraja del palo de corazones cuando me las encuentro por la calle (ya tengo un As y un seis), nunca paso por debajo de una escalera -ni de un andamio- y procuro no apoyar el bolso en el suelo, que dicen que se va el dinero.
Además, llevo en mi cartera un botón y un cuarto de billete.


Supongo que tenemos que creer en algo. Estoy segura.



¡Feliz y afortunada semana!
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3 comentarios:

  1. Pues yo no soy nada de amuletos... pero alguna cosilla cuando era jovenzuela he tenido... ahora con los niños bastante tengo con llevar la merienda... hija... las cosas cambian jajaja.

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  2. Me muero de risa pensando en el señor taxista... jajajajajajaja
    Por cierto, queridísima, no ha pensado usted que la Reina de Corazones le envía muchos soldados?? No es nada común encontrar barajas francesas desperdigadas por el mundo!!!

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  3. Qué graciosa eres, me ha encantado tu post. Yo que no soy nada supersticiosa, después de leerte me has dado hasta envidia.
    Beso grande

    aliceinbo2.blogspot.com

    ResponderEliminar

Gracias por tus palabras!

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